Las praderas de angiospermas marinas son uno de los ecosistemas de mayor importancia si se considera el valor de sus funciones y servicios (p.e. biodiversidad, producción pesquera, protección de la línea de costa, mejora de la calidad del agua, producción primaria, retirada y enterramiento de carbono, entre otros). Sin embargo, también son los más amenazados con tasas de pérdida anuales cercanas al 7%, comprometiendo la cantidad y calidad de sus funciones y servicios. Además, si consideramos los efectos negativos del cambio climático sobre los ecosistemas y sobre la seguridad y el bienestar humano, entenderemos que en las agendas políticas hayan irrumpido con gran fuerza múltiples acciones encaminadas a reducir y mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre las más novedosas se encuentra el uso de los ecosistemas terrestres (carbono verde) y marinos (carbono azul) como trampas de carbono. Si tenemos en cuenta que la capacidad de secuestro de carbono por parte de los ecosistemas vegetados costeros es más de 10 veces superior al de los sistemas terrestres, el diseño de estrategias y mejoras técnicas en la restauración y reforestación de aquellos, además de una necesidad, se torna en imprescindible en un futuro próximo debido a su reciente inclusión dentro del mercado voluntario de carbono en
Andalucía y próximamente a nivel
nacional y europeo.
Semillas de Zostera marina recolectadas
Sin embargo, las metodologías de restauración o reforestación en praderas de angiospermas marinas están poco avanzadas, suponen un gran coste económico y sus tasas de éxito son limitadas. Este proyecto propone una estrategia pionera al llevar a escala de cultivo en estero (“domesticación”) a tres de las cuatro especies de angiospermas marinas que habitan las costas europeas, llegando a tildarse de revolución lo conseguido recientemente ya por los IPs de este proyecto con el “
cereal marino” (semilla de
Zostera marina) en colaboración con Aponiente. Disponer de estos cultivos no solo proveerá de un vivero de plantas y semillas para proyectos de restauración y reforestación, sino que también permitirá avanzar en la recuperación de unos espacios singulares (esteros y salinas de la bahía de Cádiz) que están en su mayor parte abandonados, y generar un flujo económico basado en la economía azul en esta área económicamente deprimida. El diseño de nuevas unidades de siembra y trasplante de semillas y plantas adultas y las mejoras en los protocolos para el desarrollo de dichos proyectos son también objetivos de la presente propuesta. Por otro lado, de estos cultivos se pueden derivar otros usos con alto valor añadido que pueden ser (o ya lo están siendo) una revolución en algunos ámbitos como el gastronómico (p. e. el “cereal marino”), pero también en otros como el cosmético. Sin embargo, tanto el incremento en la superficie ocupada por estas especies, como el incremento en el número y éxito de programas de restauración y trasplante, incrementarán de un modo las funciones y servicios que proporcionan estas especies. Esto contribuirá también de un modo significativo a la consecución de los objetivos y acuerdos que se ha marcado el Gobierno de España en lo referente a la neutralidad del carbono.